PERRITOS Un día, un sacerdote, luego de la
misa dominical, es abordado por una señora que le comenta que afuera
de la iglesia un señor vende "perros
católicos". El sacerdote salió y lo encontró
gritando ¡perros católicos, vendo perros católicos, lleve
sus perros católicos!, a lo que el cura le dice: "qué
atrevido venir a la casa de Dios para vender perros y encima decir que son
católicos". El tipo le dice: "no se enoje padre,
fíjese que mi perrita tuvo 10 cachorros y falleció, dejó
a estos pobres animalitos llenos de inocencia pero con hambre. Quiero que las
almas de buen corazón compren un cachorro y lo críen con
cariño y amor, como yo lo hice con mi mascota. Los vendo porque el que
los compre tendrá los medios para mantenerlos, y digo que son
católicos para que tengan todo ese amor que Jesús nos
enseñó a dar por lo demás". El sacerdote, emocionado, le dice:
"bueno hijo, siendo así vende esos animalitos, aunque te pido que
no olvides el diezmo para que el Señor ilumine tu camino y pueda
resarcirte de la pena de haber perdido a tu mascota".
Ocho días después llega como espantada la mujer y le dice al
sacerdote: "padre, afuera está un señor vendiendo perros masones, masones padre, el
demonio en la casa de Dios". El sacerdote va a mirar y encuentra al
mismo tipo vendiendo dos cachorros y gritando, "perros masones, lleve
sus perros masones". El prelado no se aguanta y le recrimina: "Hijo
de Satanás", qué estás haciendo afuera de la casa
de Señor vendiendo perros masones, dime ¿qué haces,
estás loco o qué?, si estos perros hace ocho días eran
católicos ¿cómo dices ahora que son masones?". El
tipo, sin más, contesta: "Hay Padre, uno se da cuenta de que son
masones porque éstos ya abrieron los ojos". |